Mirarte es viajar en el tiempo, llevar la mente a la época colonial.
Cuántos secretos guardarás detrás de tus pesadas hojas de madera y remaches de acero que han sobrevivido a las batallas, el paso de los ejércitos nacionales.
Pero más te admiro en tu grandeza, porque has sabido contener el orgullo de las familias trabajadoras que te construyeron y te hicieron fuerte para resguardar los tiempos de bonanza gracias a quienes trabajaron el campo, para que toda tu construcción fuera la fortaleza de la región.
Hoy, detenerse frente a ti: una antigua Puerta de Hacienda, es reconocer una joya arquitectónica del México de hace algunos siglos.
Tus marcas sobre la madera cuentan las andanzas hasta el día de hoy, es conectar con los secretos de varios siglos a cuestas.
Quiero seguir mirándote e imaginar el rechinido de tus bisagras, el galope de los caballos sobre las piedras y el rodar de las ruedas de las carretas.
Eres magia y encanto que conviven en lo más profundo con mis propias raíces.